viernes, 11 de noviembre de 2011

A propósito de re-forma de educación


He estado siguiendo la protesta estudiantil desde el apartamento que alquilo en una pequeña ciudad del sur oeste Francés. Aquí estudio. Llegué hace un año con pocos recursos también. Contaba cada centavo que gastaba y me angustiaba pensar en los meses que vendrían. Luego llené algunos formularios y la respuesta fue positiva, pago menos de la mitad del arriendo, la otra parte me la da el gobierno. Este año estoy más tranquila, gracias a que llené otros cuantos formularios en mayo y tuve de nuevo otra respuesta positiva, la región en donde vivo me becó.Lo raro es que nunca me pidieron notas, que demostrarán que era la más “inteligente” de mi clase. Sólo me preguntaron por qué pedía el dinero. Dije que quería terminar el master, y que no tenía ninguna posibilidad de obtener una beca en Colombia, primero porque más no puedo endeudarme y segundo porque para mi área de estudio las posibilidades son escasas.
Al menos quiero que otros colombianos, tengan la posibilidad de recibir sus primeros años de estudio en las universidades colombianas, para que después salgan a aventurarse por el mundo y quien quita reciban becas sólo porque tienen ganas de seguir aprendiendo. Y no porque estudiaron en los colegios más caros, hablan 4 idiomas y ya han hecho 3 posgrados.
Moi aussi, je suis en grève!

jueves, 10 de noviembre de 2011

Colombie mon amour…


Porque te quiero, te odio.

Aunque no nací en el mejor país del mundo, aunque crecí escuchando y viendo noticias atroces, después de estudiar 11 meses en Francia, viajé a Colombia por tres semanas. Por qué?

Porque allá está mi familia, porque allá hablan como yo hablo, porque en Colombia mis chistes se entienden y yo entiendo los de los demás. Porque las arepitas de maiz pelao son lo máximo, porque los trancones de Transmilenio alimentan mi desarrollo como persona y sobre todo mi paciencia. Fui a Colombia, porque AireFrance me obligó, o si no perdía un pasaje que pagué muy caro. Y porque aunque critique y a veces sienta vergüenza de lo que pasa en mi país… sí, yo te extrañaba Colombia.

Luego de un mes de trabajo en el campo francés, regresé a Angouleme, ordené y limpié mi depto durante una semana y luego oop! Me fui pa Colombia, con una maleta llena de regalos insignificantes para un francés, pero que sabría que encantarían a mis papás.

Entre esos regalos habían, diferentes clases de paté, pato enlatado, vino rosé, chocolates belgas, un chorizo español, un salchichón francés, unas chaquetas de una marca francesa de ropa deportiva muy conocida por los viajeros y muy económica. Llevaba un salero con forma de gallina que me gustó mucho, y más de 600 fotos digitales listas a contar 11 meses, 4 estaciones, muchas alegrías, algunos paseos, y que a mí me recordaban mis tristezas y depresiones cuando “aterricé” en Europa.

La sonrisa de mi mamá cuando me vio en el aeropuerto siempre se quedará en mi memoria, el abrazo que nos dimos, los besitos que tanto esperaron ser entregados.

Mi papá quería saberlo todo, pero no sobre mí, sino sobre la gente que vive en Francia, él sólo quería confirmar si lo que le dicen los noticieros era cierto.

Pasé mis días en Bogotá, entre las clases de conducción, y los almacenes de artesanías. Siempre pensando en los que me esperaban en Francia.

Después de 10 años, por fin planeamos un viaje a donde mis abuelos maternos. Estaba tan feliz de recorrer de nuevo ese camino. Eso si era Colombia, pasamos por muchos pueblos de pescadores. Me asombró mucho darme cuenta que tenía dificultad para entender lo que hablaban los campesinos del Tolima Grande. Vi tantas caras lindas…. y por fin llegamos allá, a ese lugar que guarda mis mejores recuerdos de infancia. Estaban mis abuelos, sentados, ellos me esperaban, más viejos de lo que pensaba, más enfermos de lo que hubiera deseado.

En el piso, habían unas líneas blancas que le indican a mi abuelo los caminos para recorrer una típica casa de tierra caliente. Los ojos de mi abuelo ya no pueden solos.

Esta vez mi abuela no me ayudó a bañarme, ni a vestirme. Yo tuve que poner el jabón en su cuerpo, tuve que dirigir sus brazos para entrar en sus vestidos de florecitas y alcanzarle los zapatos. Una enfermedad neuronal acaba su sistema nervioso, pero confirmé que su memoria y su visión siguen intactas.

Nos acostamos en un catre, a reírnos , a abrazarnos. Lloré mientras la peinaba, porque me preguntaba cuándo volveré a verla?

El ultimo día nos abrazamos, y sólo ese día ella lloró… me pidió que no la olvide. Mi abuelo lloraba y me decía que no dejará de mandarle saludos cuando llame.

Volví a Bogotá, pasé mis últimos días guardando gestos, palabras, momentos, con mis papás.

Fue tan corto ese viaje. No pude ver a varios de mis amigos, que son verdaderamente importantes para mí. Pero saber que estaban cerca, al menos me consoló.

Me despedí de Colombia con nostalgia, pero feliz porque comprobé que no sólo me enoja mi país. Allá nacieron la mayoría de personas que me han hecho feliz, allá está la universidad que me enseñó tantas cosas.

Estos son algunas de las 200 fotos que vinieron conmigo en el viaje de regreso a Francia.

Parque Simón Bolivar

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Familia

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Universidad Nacional. Bogotá

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